miércoles, 11 de abril de 2012

De los reencuentros

Tu avión aterrizó. Miro el reloj. Hace tres años y medio que no nos vemos. Tres años y medio, se dice rápido. En mis pensamientos existe el temor a tu reacción pero también la emoción de volvernos a encontrar. Te veo, corro a abrazarte, parece que tu mirada no me reconoce, no me ves. "¿Por qué no me miras?", pregunto ingenua. Tus ojos van de un lado a otro sin atinar a verme. Caminamos rápido y tú hablas del vuelo. Durante unos minutos hablamos de banalidades, subimos al metro. "¿Por qué no me miras?", te repito. Tus ojos se fijan en los míos y siento que algo me recorre todo el cuerpo, siempre supiste mirar. "Es increíble verte". Y volvieron las conversaciones profundas.

martes, 8 de noviembre de 2011

A la caza del chollo

14 horas. Tengo los dedos entumecidos del frío, no siento las orejas y empiezo a tener hambre. Llevo dos horas de plantón a las puertas de una tienda.
"La espera bien vale la pena", me digo a mí misma mientras miro la cola. Echo un vistazo a mi alrededor. La chica de delante -buscadora de gangas profesional- me explica que debo ir al Mercadillo de Majadahonda. Tomo nota, nunca se sabe. La cola no avanza y yo estoy más desesperada por entrar a cada minuto que pasa. Trato de escudriñar por una ventana pero mis intentos resultan infructuosos. Nunca había hecho cola tanto rato, ni siquiera en aquel concierto en el que yo todavía era una adolescente impresionable, aunque una vez estuve metida en un atasco más de dos horas.
Se cruza Jon Sistiaga, o al menos creo que es él, le observo fijamente durante un rato preguntándome si realmente es él, me mira indiferente y pasa de largo. ¡Mierda, perdí la oportunidad de pedirle una entrevista!
La puerta se abre, ¡por fin llega el momento esperado! Montones de ropa por todas partes. Esto es la jungla, la ley del más fuerte...

domingo, 23 de octubre de 2011

Domingo 23 de octubre

Hoy me siento sola. Acabo de despertar y el cielo está gris. Es domingo, la calle está tranquila y escucho el silencio. Me gusta el silencio hasta que me pongo a pensar demasiado y entonces mis pensamientos rompen la calma inicial. Tantas dudas y siempre de camino hacia algún lugar. Las cosas que se dicen y que quedan grabadas en la memoria, lo que no se dice y lo que es mejor no decir. Imagino el mar, el sol y una persona a mi lado, todo parece tan idílico y perfecto, aunque tal cosa no exista. Hoy estoy triste y necesito un abrazo.

sábado, 11 de junio de 2011

Colombia Décima Parte: CALI

Estaba nerviosa porque iba a ir a casa de Adolfo por primera vez. Él ha venido un montón de veces a mi casa y yo pues también había estado en la suya en Alemania, pero ahora era diferente porque iba a conocer a su madre. Durante los días que estuve en Cali me llevaron a conocer un montón de sitios, aunque no fui a bailar salsa (ir a la capital mundial de la salsa y no bailar...).
Cali está rodeada de montañas y de verde. Tiene buenas carreteras, es una ciudad grande y moderna. Me sorprendió. Nunca pasé miedo en sus calles, ni me sentí insegura. Digo esto porque vi un reportaje de Callejeros en el que dejaban a Cali muy mal, lleno de estereotipos sobre Colombia que no reflejan exactamente la realidad.
Toda la familia de Adolfo había oido hablar de mí. Allí la familia es mucho más cercana que en España y se lo cuentan todo mucho más. El caso es que sabían muchas cosas de mí, que ni siquiera yo imaginaba que supieran. Todos querían conocerme y me sentía halagada.

Visité los lugares más turísticos de la ciudad. Lo más bonito es el Barrio de San Antonio. Aunque la subida al Cristo Rey también me encantó.

Pero lo más bonito fue compartir esos momentos con Adolfo. Por último dejo una foto de los dos paseando una noche por Cali.

Colombia Novena Parte: Último día en Santa Marta

El último día en Santa Marta fue, quizás, el más intenso. Nos pasamos gran parte de la mañana buscando unas estampitas de Santa Marta, porque mi madre quería que le llevara. Caminamos mucho por la ciudad y por la tarde cogimos un taxi camino al aeropuerto. Dado que faltaban dos horas para irnos, le pedimos al taxista que nos llevara a las conocidas playas de "El Rodadero" porque no nos había dado tiempo a ir. Lo que ocurrió fue mejor. El taxista nos hizo de guía turístico durante una hora. Me encantó el paseo. Empezamos conociendo al padre de un futbolista muy muy conocido en Colombia apodado el "Pibe" (no conocía de la existencia de tal futbolista hasta ese día, aunque tiene un monumento, al que también nos llevó). El hombre estaba sentado delante de su casa, una vivienda que parecía humilde, en un barrio que también lo parecía. Me llama la atención la sencillez de la gente y la tranquilidad, sobre todo eso.
Después fuimos hacia una parte alta de la ciudad para ver las vistas de toda Santa Marta. Justo a nuestro lado un barrio muy pobre se alzaba. El taxista nos dijo que no nos preocupáramos pues a pesar de que se trataba de un barrio de Estrato 1, el más bajo, en Santa Marta no existen problemas graves de delincuencia como en el resto del país. La verdad es que se veían los conductos de agua y luz que alimentaban de forma "ilegal" a todo el barrio.

Lo mejor del paseo fueron las playas de Taganga. Preciosas. Simplemente dejo una foto, no hace falta decir más.




















Las playas del Rodadero me decepcionaron. Era un lugar turístico sin más. Parecía Benidorm en el Caribe. Edificios altos, mucha gente, hoteles,...

Por último el aeropuerto de Santa Marta.... Era tal cual me lo había imaginado, incluso mejor. No había estado nunca en un aeropuerto caribeño, pero si hubiera tenido que describir alguno el de Santa Marta seguro se habría parecido mucho. Rodeado de palmeras, al lado del mar, con una pista de aterrizaje y despegue pequeña, totalmente abierto, con ventiladores en el techo,... Hasta el aeropuerto me pareció relajado. Kein Stress!! Ya íbamos de camino a Cali.

Colombia Octava Parte: Santa Marta

Nunca había visto tanta mendicidad en mi vida como la que vi en Santa Marta. Era exagerado y triste. Sucede, obviamente, también en España y cada vez nos volvemos más indiferentes ante la pobreza. No se puede dar dinero a todo el mundo y llega un momento en el que, sin casi darse uno cuenta, se ignora lo que se ve. Cuando volví a España, vi un programa de televisión en el que traían a España a integrantes de unas tribus y les paseaban por Madrid y Barcelona. Era gente que vivía en lugares remotos, con costumbres cerradas y sin casi contacto con la supuesta "civilización". Me llamó la atención cuando uno de ellos, paseando por Madrid, se fijó en la gente que dormía en la calle y se indignó. No podía entender cómo en un lugar en el que había tantas casas se podía permitir que hubiera gente durmiendo en la calle, su razonamiento era lógico, realmente no lo entendía y tenía toda la razón. Aquí dejo el pequeño fragmento (de lo que hablo está en el minuto 6:15) :




Por otra parte, Santa Marta es una ciudad cuyo centro es novísimo, las plazas están arregladas, las calles también, aunque llama la atención la cantidad de basura que hay en las playas del centro, en general está muy bien cuidado y se nota que se trata de una ciudad pensada para turistas.



Ahora mirando la foto he visto un matiz en el que no me había fijado y creo que es curioso. Simón Bolivar, el libertador, justo detrás un edificio del banco BBVA.

Una de las cosas que más me llamaron la atención fue al coger el bus para ir al parque Tayrona. Tuvimos que pasar por un mercado que era enorme y colorido (como todo allí), no sabíamos a qué autobús debíamos dirigirnos pero allí estaban los chicos del autobús que van recogiendo a gente y les informan de dónde van. Lo siguiente que ocurrió en el camino fue todavía más chocante para mí. Un chico iba encaramado a la puerta del autobús gritando a los peatones hacia dónde nos dirigíamos para, en caso de que algún peatón estuviera interesado, subirse en cualquier parte. Sin paradas de autobús definidas y con los autobuses sin direcciones fijas me preguntaba cómo la gente es capaz de saber dónde tiene que coger los autobuses, pero lo saben, inexplicablemente. La gente llega dónde quiere. Cuando llegamos al parque pregunté los horarios de los autobuses de regreso y simplemente me contestaron: "Van pasando", cosa que me inquietó un poco, pero comprendí que debía relajarme y despreocuparme pues realmente los autobuses van apareciendo.

Colombia Séptima Parte: Estoy en Santa Marta!!! Parque Tayrona

Sin duda lo mejor del viaje fue la visita al parque Tayrona. No hay palabras que puedan describir la belleza del lugar y sólo me queda desear volver. Hoy, ya han pasado 6 semanas desde que volví de Colombia, y no puedo esperar para regresar. Hay una gran cantidad de Parques Nacionales cuya naturaleza no sólo impresiona, también engancha, sin duda es un lugar mágico. No creo que tengamos lugares como ese en Europa, sí hay bosques, pero no conjugan tantas cosas juntas. Tayrona está a los pies de la Sierra Nevada de Santa Marta y es un entorno virgen. Cuenta con una vegetación espesa, recuerdo que tuvimos que caminar más de una hora para llegar a la playa y los árboles eran tan altos y frondosos que no podíamos ver el cielo. La humedad hacía que, sin pegar el sol directamente sobre nosotros, estuviéramos empapados.

Cuando llegamos a la playa lo que más me impresionó fue la quietud. No había barcos en el horizonte, los aviones tampoco se cruzaban en el cielo y, cuando echabas la vista atrás, sólo se veía selva y la Sierra con nieve perpetua.